sábado, 8 de noviembre de 2008

El Bajo Río Uruguay: territorio-frontera. Completo escenario de la agroproducción sudamericana

El Bajo Río Uruguay: territorio-frontera. Completo escenario de la agroproducción sudamericana.

 Autores : Prof. Rene Boretto Ovalle -  Prof. María Julia Burgueño Angelone

Ponencia presentada ante las X JORNADAS INTERNACIONALES DE PATRIMONIO INDUSTRIAL (Patrimonio Industrial de la Agroalimentación) - Gijón – 2008

 

El uso del territorio es una de las primeras  problemáticas que ha debido afrontar el hombre al momento de aprovechar los recursos naturales para su subsistencia.

 Según Luis Urteaga, del Departament de Geografia Humana de la Universitat de Barcelona, cada época, cada siglo, tiene su propio horizonte de recursos. Las oportunidades tecnológicas, los precios relativos, la estructura de la propiedad y el sistema de valores definen  que tipo de substancias o procesos naturales son apetecidos, buscados y puestos en valor. Todo cambio tecnológico, en particular, modifica la accesibilidad y disponibilidad de recursos. Expande la gama de funciones o aplicaciones de los bienes conocidos, y permite acceder a nuevas fuentes de energía o materiales.“ Esto nos lleva, ineludiblemente al concepto de territorio, como lugar específico donde el hombre explota uno o mas recursos, aplicando sus conocimientos y su tecnología, modificando, por ende, a su antojo y en la profundidad y medida de sus apetencias, el espacio geográfico.

 

El territorio,  además de ser considerado como un soporte físico, se nos presenta como  parte de una construcción histórica, escenario donde entra otro componente trascendental en la explotación de los recursos: el hombre en sociedad organizada. La comunidad se desempeña localmente, íntimamente relacionada con su geografía y con los recursos que de ella pueden extraerse para el desarrollo socio-cultural-económico. Esta indisoluble relación territorio-hombre-recursos preforma a través del tiempo a una sociedad que termina tan caracterizada y tan imbuida de ello que fundamenta allí su propia idiosincrasia; su identidad.

 Esperamos que se entienda que no consideramos al concepto "territorio" con una marginalidad territorial eminentemente geográfica, sino que lo entendemos como un ámbito de correlación e interacción íntima entre el hombre que lo habita, el paisaje que lo contiene y el uso que hace el hombre de él. 

En cuanto al acceso a los recursos naturales, debemos comprender el gran acierto de las apreciaciones de Urteaga, en el sentido que los mayores conocimientos y la tecnología han sido el motivo principal para acceder y disponer los recursos. No es lo mismo un comentario sobre el territorio en la época inmediatamente posterior a la revolución industrial que hoy día. En aquel entonces,  los recursos naturales habían de ser percibidos literalmente como manantiales de riqueza. El acceso a la tierra fértil era símbolo de fortuna; los bosques constituían la fuente esencial de energía y materiales de construcción, así como el mar proporcionaba el complemento de proteínas necesario a la producción agraria  y los ríos se convertían en el primer elemento geográfico de tierra adentro que facilitaba la extracción de las producciones hacia los puntos de salida.

 Para estas Jornadas, deseamos presentar un ejemplo de uso del territorio íntimamente relacionado con un gran río que, por el hecho de estar cumpliendo históricamente la labor de "frontera" entre dos países, hace mucho más ricas las experiencias.  Nos referimos a los últimos 300 kilómetros del Río Uruguay, frontera actual entre la República Argentina y la República Oriental del Uruguay, que denominamos el “Bajo Río Uruguay”. Territorio, recursos naturales, ciencia, técnica, y hombres con una visión comercial y empresarial notable, no solamente influyeron en los países directamente involucrados (Argentina y Uruguay), sino en naciones europeas que encontraron aquí la solución a sus graves problemas de alimentación y abastecimiento, en distintos momentos de su historia, en los últimos trescientos años. 

La interrelación histórica entre Europa y el Río de la Plata ha sido una constante desde el siglo XVI. Lo económico y lo social dibujaron una trama en esta geografía dando lugar a uno de los más interesantes ejemplos de modificación de un territorio a causa de un fenómeno por el aprovechamiento agroalimentario de nuestra sociedad occidental moderna.

 La intensa relación entre el territorio y los recursos alimentarios, ha sido, en este caso que abordamos ahora, consecuencia directa de las características de la región del Río de la Plata. Con su clima templado, exento de temperaturas extremas, con tierras muy fértiles, campos extensos sin accidentes como montañas o grandes lagos, abundantemente regado por ríos y arroyos, propició el crecimiento increíble del ganado vacuno traído por los españoles desde el comienzo de su asentamiento, en el siglo XVI. Un período histórico relacionado íntimamente con los jesuitas en Paraguay, contribuyó grandemente para convertirlos en enormes campos de pastoreo y de reproducción, aumentando a millones las cabezas de ganado que le cambiaron al hombre la idea del valor de la tierra, no por la tierra misma sino por su contenido y producciones.

 Al principio fueron éstas consideradas  por España como "tierras sin ningún provecho", y fueron distribuidas entre muy pocos terratenientes que no necesariamente dieron demasiado valor a las tierras. Ello motivó prontamente las miradas de otros países como Portugal, Francia, Inglaterra hacia este verdadero vergel donde el oro metálico que no encontraron fue sustituido por el oro del alimento y de materias primas sumamente valoradas en Europa, como el cuero de los vacunos. Se llegó a llamarlo el  territorio de "las minas de carne", en alusión a la explotación intensa de este producto.

El negocio de los cueros, hizo que la carne, aún sin solución técnica para su conservación, pasara a ser un artículo despreciable, aunque a la vista de los europeos, a quienes siempre les costó mucho conseguirla, esto era "una espantosa pérdida" que debía tener solución. Es difícil no hallar en los informes y memorias de viajeros europeos, las alusiones directas a la abundancia de vacunos y caballares.

 En 1770, bajo el gobierno de Carlos III, la corona española encargó estudiar la forma de  exportar las carne a la metrópoli salándola y aprovechando los paquebotes postales para su transporte. El informe final decía: “...calculados los costos, se halló que con una ganancia bien considerable se podría dar un quintal de carne neta al precio que la venden los extranjeros en bruto...

La única técnica apropiada en la época para el mantenimiento de las carnes, era la del salado, de la  misma manera como desde antiguo varias culturas conservaban frutas, legumbres o pescado. De hecho, los tripulantes de las embarcaciones que comenzaron a llegar al Río de la Plata, requirieron la reposición de sus alimentos y pronto el charque o "charqui" comenzó a elaborarse. La palabra charqui o charque es de origen quechua y quiere decir "seco y flaco". Designa una modalidad de conservar tajadas de carne, frutas, legumbres o pescados, secos al sol y al aire y sin salar. Se estima que de la costumbre marinera de preparar su "jerked beef" como lo llamaban los ingleses o la "charcuterie" como lo nombraban los franceses, nace el producto que se hizo común en esta región. No obstante, resultaba un muy desagradable alimento, por su presentación, por su aspecto y su gusto, por lo que se destinó primordialmente como comida para los esclavos y su destino comercial fue las plantaciones de caña de azúcar en el sur de Estados Unidos, el caribe y Brasil.

 No podemos limitar a la zona que ahora estamos presentando como aquella donde se comenzó a elaborar y exportar esta producción. Debemos considerar como "territorio ampliado "a la región oriental del Río Uruguay y del Río de la Plata, es decir donde hoy se ubica la República Oriental del Uruguay, donde se comenzó con la explotación en los llamados saladeros. Los saladeros eran establecimientos más o menos organizados donde con la vaquía y experiencia de los GAUCHOS se faenaban los animales, se retiraban sus cueros,  se salaban y se secaban  para exportarlos, aprovechando la carne en trozos largos y finos también tratada con el mismo proceso, recuperando además la grasa.  En esta región, el  primer saladero habría sido establecido por el español Manuel Melián en 1780 para abastecer de carne a las unidades de la Armada Española que operaban aquí y a su guarnición en las Islas Malvinas. En 1785 el catalán Juan Ros, con otro establecimiento,  inició las ventas a Brasil, Cuba y otras zonas del caribe. 

 Los campos tomaron un valor agregado y la tierra comenzó a ser un importante recurso inmobiliario. Los dueños de saladeros, en general también propietarios de campos, se convirtieron en un grupo de presión política de gran importancia. Los trabajadores, muchos de origen vasco, eran peones de estancia y obreros de fábrica, a la vez. De allí que los autores uruguayos Barrán y Nahum hayan dicho que los saladeros fueron "mitad estancia, mitad fábrica".

Volviendo a la influencia del territorio y la geografía para canalizar estas explotaciones de los recursos locales, digamos que el río Uruguay fue el elegido como vía fluvial para facilitar la llegada de embarcaciones y la salida de las exportaciones, máxime teniendo en cuenta que acá se encontraban las tierras más feraces y los lugares donde el ganado cerril o cimarrón se guarecía en los gigantescos montes existentes.

 La explotación del territorio fue extensiva y dentro de ello, intensiva, en varios rubros.  Los principales comerciantes europeos radicados en Montevideo y Buenos Aires, convirtieron a estas ciudades y a toda la región en un emporio proveedor de materias primas, productos y artículos que encontraban en Europa extensos e interesados mercados. Si bien de todos los ámbitos donde se ha desarrollado el comercio la explotación de la carne y la industria de  los saladeros  fue su ejemplo más significativo, no debemos dejar de reconocer que existieron decenas de otras instancias comerciales e industriales que proliferaron en la región.

El avance tecnológico de Europa, encontró en estas tierras lugar ideal para multiplicar los conocimientos y encontrar formas y maneras de explotar mejor los recursos. Los inventos del barón Liebig en Alemania, permitieron establecer a la Compañía de Extracto de Carne más famosa y sin lugar a dudas fue nombrada como la gran cocina del mundo... Baste ver las fotos de las instalaciones cercanas al puerto de este gran saladero en Fray Bentos, para identificar el movimiento de mercadería.

 El territorio del Bajo Río Uruguay, entonces, por efecto de una completa lista de recursos, permitía disponer de un ciclo cerrado  comercialmente muy redituable: los campos donde existía el ganado, profundas aguas en puertos costeros,  salida directa al océano, establecimientos con mano de obra hábil y barata y condiciones sociales y políticas que facilitaron el asentamiento de los inversores. El territorio, así conformado, nos permite considerarlo como ya hemos dicho, como mitad fábrica, mitad estancia”, donde casi todo estaba al alcance de la mano. 

En este ámbito tan proclive a la explotación de los recursos de la tierra, Europa encontró una rica veta para explotar. Y pronto en ambas márgenes surgieron competidores, emprendimientos de distinto porte y envergadura, despachando barco tras barco diferentes productos y subproductos. Algunos saladeros tuvieron real peso en la economía regional y durante decenas de años obedecieron al influjo de los mercados. 

Justamente, a consecuencia de la densidad con que se explotó el rubro de la carne y los cueros, el trasiego de sal marina desde Europa comenzó a ser intenso. Las cargas de sal como lastre en los barcos que regresarían repletos de otras mercaderías, generó una venta extraordinaria de sal, hasta el punto que, según las investigaciones del francés Loic Mènanteau, un alto porcentaje de la producción de las salinas de Cádiz y sur oeste francés tuvieron como destino los saladeros rioplatenses, donde se utilizaba una tonelada de sal cada 100 vacunos procesados.  Solamente el famoso saladero Liebig en Fray Bentos, consumía nada menos que 3.500 toneladas anuales de sal.

En este esquema industrial, en principio se utilizó sal trayéndola desde las Salinas Grandes de Jujuy y Salta (Norte argentino) y de las salinas de los  bajos de Gualicho (en la Patagonia argentina), pasando posteriormente a ser importada desde Europa, convirtiéndose en el más abundante de los ítems de una la larga lista donde figuraba el azafrán, el pimentón, el jerez, las conservas de pescado, las aceitunas, y la sidra , por citar unos pocos artículos, escapando del monopolio de los puertos de Montevideo y de Buenos Aires, los puertos directos en el río Uruguay tuvieron un importante auge en el siglo XIX... 

Los nuevos sistemas industriales que aparecen a principios del siglo XIX, el desarrollo del comercio, con sus necesidades en transporte fluvial y terrestre, junto a los pioneros-soñadores de puertos y ciudades, convirtieron a este territorio en un enorme ámbito  de fácil acceso y egreso hacia los mercados europeos y de otras regiones. Como si fuera poco todo esto, termina siendo la motivación de una inmigración europea, de gente ávida de trabajo y bienestar  para ellos y sus familias. 

Desde la segunda mitad del siglo XIX la inversión británica y francesa y el aporte técnico y de mano de obra de españoles, italianos, vascos e irlandeses se verá  acrecentada más adelante con la de rusos, belgas y alemanes.  Los terratenientes y saladeristas, viendo el rentable comercio explotando los recursos agropecuarios, fomentaron la colonización e impulsaron la llegada de inmigrantes. 

Florecieron aquí sociedades de las más similares a Europa que existe en tierra americana. Baste decir con un solo ejemplo, que al frigorífico ANGLO de Fray Bentos, vinieron a trabajar inmigrantes de casi sesenta naciones del mundo!

 Es así que esta zona privilegiada del Bajo río Uruguay, como escenario, hoy día se halla convertida en un apasionante compendio de hechos históricos, en donde los aspectos comerciales e industriales junto al desarrollo de sociedades con fuerte aporte cultural europeo se  mezcla con el patrimonio fluvial de gran riqueza y variedad, sobre las dos márgenes  de este río: la argentina y la uruguaya.  El patrimonio relacionado a lo fluvial, lo comercial y lo industrial, aún se mantiene vigente como para justificar corrientes turísticas. 

Los puertos que otrora nacieran como consecuencia de este gran fenómeno del siglo XIX, han perdido cierta vigencia pero no necesariamente tanto como para continuar demostrando que son dentro del territorio un recurso siempre importante.

 El turismo cultural, aprovechando la vigencia e interés de este patrimonio, le otorga al territorio una nueva funcionalidad, como causa directa de aquella que le dio origen. Consideramos que esta zona litoraleña tiene fuerte potencialidad turística como para transformarse  en  el  motor de desarrollo local y contribuir así a una identidad favorable a la integración transfronteriza regional de dos de los países integrantes del MERCOSUR. 

Asistimos hoy día, a un ejemplo de cómo el territorio del bajo Río Uruguay, sigue manteniendo sus mismas características y potencialidad como para atraer proyectos idénticos a los que conocimos a principios del siglo XIX. Una empresa europea, necesitada de materia prima específica que le resulta mayormente difícil conseguir o producir en su tierra, elige el bajo Río Uruguay para instalarse y para ello ocupa un terreno en costas del río profundas, donde instala su fábrica con puerto ultramarino. En esas instalaciones fabriles, ocupa unos 5,000 obreros en su construcción y erige un barrio para ellos, convirtiéndose en la mayor inversión que jamás se haya visto en el Uruguay.  Por el puerto, no solamente ingresa la última tecnología en maquinarias y sistemas de explotación de recursos, sino que egresa hacia el mundo, el resultado de una industria fenomenal. La actividad, genera una inmigración desde Europa que causa un fuerte impacto social, cultural y económico en la sociedad. La fábrica, tiene una alta chimenea que se dibuja en el horizonte de la ciudad cercana y su humo, se convierte en el sinónimo de trabajo. A consecuencia de la fábrica y su actividad, el nombre de Fray Bentos se escapa del ámbito local y aún nacional, llegando al ámbito internacional.

 Esta vista pudiera hacer pensar que todo lo que hemos dicho se refiere a BOTNIA, este gigantesco emprendimiento finlandés que acaba de instalarse en Fray Bentos. Pero no... nos referimos  a lo que pasó en 1865 en Fray Bentos con la Liebig Extract of Meat Company. Por un gran paralelismo, es lo que está sucediendo ahora mismo con esta fábrica , la más moderna y sofisticada planta de elaboración de pasta de celulosa del mundo. Mismo territorio, mismas características impulsando la radicación industrial. Solamente se cambió la materia prima: antes fue la carne; ahora es el eucalipto y la forestación, con 150 años de distancia entre ambas realidades.

 Hoy día son otras realidades que el mundo moderno plantea, pero el territorio tiene la inmensa capacidad de adaptabilidad y el hombre lo sabe bien. Aunque aquella inmensa movilización del río con más de 500 embarcaciones por año en un solo puerto, ya no es la misma, sí el territorio del bajo Río Uruguay mantiene este perfil que le ha dado fama. Hoy día, se impulsan obras para aumentar el calado para que barcos más grandes puedan operar. Puertos que han ido tomando importancia y trascendencia en ambas márgenes, como Salto, Paysandú, Concepción del Uruguay y Fray Bentos necesitan de este nuevo impulso para transitar hacia la modernidad y el desarrollo. 

Este rico patrimonio basado en el crecimiento de una sociedad a la vera del rio Uruguay, tiene, además, un venturoso futuro si se organiza debidamente para acoger corrientes turísticas. Las estancias de los saladeristas y comerciantes, los puertos, las instituciones sociales y culturales, las ruinas y restos de muelles, puertos y fábricas, se complementan con una interminable lista de recursos de la naturaleza.

 La ciudad de Fray Bentos, el lugar donde con justicia se dice que "nació la revolución industrial en el Río de la Plata", retiene con orgullo la riqueza patrimonial de su historia. El Museo de la Revolución Industrial es una muestra de lo que puede hacerse en la conservación, preservación y promoción de esta historia. Paredes, caminos, rincones, paisajes enteros, tienen mucho que contar y Fray Bentos aspira a presentarse ante UNESCO para ser considerado como patrimonio de la Humanidad...

 Mientras tanto,  el río Uruguay sigue siendo columna vertebral del este territorio que parece no tener fin en sus propuestas de comercio e industria, adecuándose mágicamente a los tiempos que van corriendo.

 BIBLIOGRAFIA

 ·         BORETTO OVALLE, Rene. Historiografía de la ciudad de Fray Bentos. (2000)

·         Diario “La Nación” – Suplementos (Argentina) “Charqui y tasajo, de la subsistencia a la gran industria” - Publicado en edición impresa 12 de julio de 2008.

  • Luisi Jackeline.  "Rosas y la Industria"-  El primer “saladero” Industrial. Ver en: http://lists.econ.utah.edu/pipermail/reconquista-popular/2005-November/034900.html
  • URTEAGA, Luis .  SOBRE LA NOCIÓN DE “RECURSO NATURAL” - Departament de Geografia Humana. Universitat de Barcelona  [Publicado en Professor Joan Vilà Valentí. El seu mestratge en la Geografia universitària. Barcelona, Publicacions Universitat de Barcelona, 1999, págs. 441-454] 

 

 

 

 

 

lunes, 23 de julio de 2007

N.Hidalgo (Peru) ¿Que es el patrimonio industrial?

¿Qué es el patrimonio industrial?

Aun hoy, nuestra concepción de lo que es PATRIMONIO CULTURAL abarca muchas veces solo la noción de patrimonio arqueológico, artístico, arquitectónico e incluso, musical, culinario y folklórico - lo que se ha venido a denominar como patrimonio inmaterial.

Sin embargo es preciso señalar que no sólo estas manifestaciones representan el patrimonio cultural de un pueblo, sino que existen además otros testimonios o valores histórico - culturales igual de importantes, que registran el legado del hombre en otras actividades de suma trascendencia para el desarrollo de la humanidad.
Estos valores o testimonios bien podrían ser aquellos, producto del desarrollo y aplicación de la ciencia y de la técnica a lo largo de nuestra historia, donde el hombre empleó un sistema de producción seriada y utilizó diversas tipos de energía.
A este conjunto de testimonios o los que se consideran por sus características; valores histórico - culturales industriales, es que se ha denominado como PATRIMONIO INDUSTRIAL (en inglés: Industrial heritage).
Por lo tanto, el PATRIMONIO INDUSTRIAL es el conjunto de restos o vestigios con un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico, que han surgidos en torno de los diferentes tipos de actividad industrial, es decir, que han obtenido ese rango de valor por su uso y aplicación en la industria a través del tiempo. De esta manera, un canal de regadío, un centro minero, una central hidroeléctrica, un ingenio azucarero, una línea de ferrocarriles, así como sus componentes, por ejemplo; el diseño del canal, los tipos de extracción de minerales, un generador o una turbina, un alambique, una locomotora, que representan este proceso técnico, son considerados PATRIMONIO INDUSTRIAL, que supone el registro histórico de su adelanto y del desarrollo de su ciencia y tecnología.
A su vez y como bien lo señala Aldo Guzmán, este patrimonio puede dividirse en "tangible: como son los bienes inmuebles (las fábricas, talleres, minas, campamentos, etc.) y los bienes muebles (archivos, mobiliario, maquinaria, herramientas, etc.) e intangible: relacionado a la cultura obrera (formas de vida, costumbres y tradiciones, know how, etc.)" .
El término PATRIMONIO INDUSTRIAL aparece a mediados del siglo XX para enfatizar la importancia de la conservación de los testimonios heredados de la revolución industrial en Europa. De este concepto se derivaría un método anexo y que cobra especial importancia en el rescate de dicho patrimonio: la Arqueología Industrial, siendo para ésta el periodo histórico de principal interés el que abarca desde el principio de la Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XVIII, hasta la actualidad.

El PATRIMONIO INDUSTRIAL como legado, es producto según Valéry Patin , "de las mutaciones económicas que condujeron a abandonar o deslocalizar componentes enteros de la industria y por ende los baldíos reemplazaron a las fábricas. Gran cantidad de edificios, entre los cuales algunos de gran calidad arquitectónica, así como sitios mineros o textiles fueron abandonados. Su valorización responde a una doble exigencia: salvaguardar el patrimonio y crear nuevas actividades que puedan remplazar, al menos parcialmente, a aquéllas desaparecidas. En ciertos casos, han sido substituidas por otras industrias y en otros, por el turismo".

Si bien en el Perú la recuperación y conservación del Patrimonio Industrial hasta hace poco tiempo era un propósito casi nulo o realmente incipiente, se dio un importante paso en la promoción y revaloración de éste, al realizarse en Lima el IV Coloquio Latinoamericano sobre Rescate y Preservación del Patrimonio Industrial, en julio del 2004.

Este evento, organizado por el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH) y el Museo de la Electricidad, contó con el apoyo del Comité Chileno del TICCIH y el Comité Mexicano para la Conservación del Patrimonio Industrial, y fue trascendental para que un grupo de participantes nacionales, sensibilizados con la precaria situación de nuestro patrimonio industrial, se avocara en la misión de crear un organización peruana para su conservación.

De esta forma y luego de una serie de reuniones se constituyó en abril de 2005 el Comité Peruano de Conservación del Patrimonio Industrial, con sus siglas COPECOPI, cuyo objetivo primordial es el promover, proteger, difundir, revalorar e investigar el patrimonio industrial del Perú, así como promover el registro de sitios y objetos con valor histórico cultural, como patrimonio industrial peruano.

El PATRIMONIO INDUSTRIAL mundial, ha estado en muchas ocasiones pendiente de un hilo. Muchas Industrias que en un momento de la historia estuvieron florecientes, hoy por diversos motivos; como reestructuraciones, quiebras, cambios de lugar, cierres, se han convertido en ruinas decadentes, con una difícil solución de rehabilitación.
El compromiso y el ingenio deben ser los pilares de políticas para el rescate y la puesta en valor de estos testimonios.

Antes que ruinas sin salida u objetos oxidados, los restos de la industria fueron lugares de trabajo, lugares productivos en los que crecieron y se formaron los trabajadores, lugares de la memoria colectiva que de una u otra forma han llegado hasta nuestros días. La conservación de nuestro PATRIMONIO INDUSTRIAL es también una manera de mantener viva nuestra memoria histórica colectiva.
Neydo Hidalgo
Museo de la Electricidad - PERÚ

(Gracias Neydo !)

E.Casanelles -¿Qué es patrimonio industrial?

EL PATRIMONIO INDUSTRIAL, UN NUEVO PATRIMONIO

por Eusebi Casanelles, Presidente de TICCIH


La demanda social para que los bienes industriales formen parte del patrimonio cultural es un hecho relativamente reciente, pero que se ha extendido por la mayoría de los países que se industrializaron o que tuvieron en un momento histórico explotaciones industriales. Solo hasta hace unas décadas los emplazamientos productivos industriales no eran más que una evolución de los primeros que se crearon y, para la población, simplemente eran los emplazamientos comunes de trabajo. Era impensable que algún día formasen parte del patrimonio cultural del país.

A partir de los años cincuenta o sesenta del siglo XX, se produjeron importantes innovaciones técnicas que dieron lugar a una ruptura, en el fondo y en la forma, del diseño de los edificios, de las maquinarias y de los utensilios utilizados hasta ese momento. Al mismo tiempo también la mentalidad y los hábitos de las personas fue cambiando provocando una profunda transformación social. En pocos años una realidad productiva quedó obsoleta y la sociedad se transformó completamente. El mundo entró en una nueva era y los bienes materiales de la industrialización pasaron a formar parte de la historia.

La importancia del Patrimonio industrial se basa en dos grandes valores: el de ser testimonio del mundo del trabajo y de la vida cotidiana de una época que cambió la humanidad y el de ser un documento que sirve para entender mejor como se vivía y se trabajaba en esta época. La información que disponemos de ellos es la que determina su valor de testimonio y de documento. Así pues, el Patrimonio industrial no es un patrimonio para ser contemplado como una obra de arte ni tiene un valor como el que se podría otorgar a una gran antigüedad.

El patrimonio industrial lo forman los emplazamientos productivos, pero también las viviendas de los que allí trabajaban, así como las vías de comunicación, los almacenes… Si todos estos elementos tienen un valor individual, su verdadera dimensión se hace visible cuando se contemplan en el territorio donde se encuentran situados y se valoran en el contexto de las complejas relaciones que los unen. Así, pues, la consideración del paisaje es fundamental cuando hablamos de patrimonio industrial.

La cantidad de bienes industriales que existen en determinadas regiones obliga a seleccionar los bienes industriales patrimoniales. Y si se quiere preservar un número importante de estos bienes se han de reutilizar para otras finalidades, lo que implica una seria de transformaciones que comportan el inicio de un nuevo debate relacionado con la autenticidad. Si pretendemos que las futuras generaciones comprendan lo que verdaderamente eran unos determinados bienes industriales es necesario interpretarlos minimamente.

El movimiento para la preservación del patrimonio industrial se inició en Inglaterra en los años 60 y hoy está presente en la mayoría de países que tuvieron una mínima industrialización. La sociedad actual avanza a tal velocidad que veinte años pueden parecer una eternidad y el cambio de siglo, que visualmente nos ha situado en otro milenio, nos aparta aún más de nuestro pasado reciente. Para la mayoría de ciudadanos, aquel mundo nos parece tan lejano como cualquier otra época histórica.

Ahora es el momento de impulsar el reconocimiento definitivo del patrimonio industrial y al mismo tiempo de realizar una reflexión profunda sobre todos los conceptos antes enunciados. Es por ello que celebramos que ICOMOS haya decidido dedicar este 18 de abril de 2006 al Patrimonio Industrial, convencidos que esta celebración puede ayudar a caminar de una manera más decidida hacia estos objetivos.

ICOMOS i TICCIH firmaron el año 2000 un convenio que ha permitido iniciar una colaboración visible en el tema de bienes industriales propuestos como Patrimonio de la Humanidad y quiero aprovechar estas líneas para agradecerlo. La voluntad expresada por las dos ejecutivas es profundizar en este trabajo y en esta colaboración y así lo haremos.

Eusebi Casanelles
Presidente TICCIH

Esta nota fue realizada por el Dr. Casanelles (Presidente Internacional del TICCIH), con motivo del Dia Internacional de Monumentos y Sitios de 2006, propiciado por ICOMOS y se encuentra en la página http://www.international.icomos.org/18thapril/2006/18abril2006-4.htm.

Carta del TICCIH sobre patrimonio industrial.

TICCIH

El Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial

Carta de Nizhny Tagil sobre el Patrimonio Industrial Julio, 2003


El TICCIH es la organización mundial encargada del patrimonio industrial y es asesor especial de ICOMOS en cuestiones de patrimonio industrial. El texto de esta carta ha sido aprobado por los delegados reunidos en la Asamblea Nacional del TICCIH, de carácter trienal, que tuvo lugar en Moscú el 17 de julio de 2003.

Preámbulo

Los primeros períodos de la historia de la humanidad se definen mediante las pruebas arqueológicas sobre cambios fundamentales en la manera en que las personas fabricaban objetos, y la importancia de conservar y estudiar la evidencia de estos cambios es algo universalmente aceptado.

Desde la Edad Media, las innovaciones en lo referente al uso de energía y al comercio que tuvieron lugar en Europa condujeron, a finales del siglo XVIII, hacia un cambio tan profundo como el que tuvo lugar entre el Neolítico y la Edad de Bronce, con avances suficientemente rápidos e importantes en las circunstancias sociales, técnicas y económicas de la fabricación como para que se le llamara revolución. La Revolución Industrial fue el comienzo de un fenómeno histórico que ha afectado a una parte cada vez mayor de la población humana, así como también a otras formas de vida del planeta, y lo sigue haciendo a día de hoy.

La evidencia material de estos grandes cambios posee un valor humano universal, y debe reconocerse la importancia de su estudio y de su conservación.

Los delegados reunidos en el Congreso del TICCIH del 2003, en Rusia, también quieren poner de relieve que los edificios y las estructuras construidos para actividades industriales, los procesos y las herramientas utilizadas y las localidades y paisajes donde se han ubicado, así como todas sus otras manifestaciones tangibles o intangibles, poseen una importancia fundamental. Todo ello debe ser estudiado, se debe enseñar su historia, se debe investigar su propósito y su importancia para darlo a conocer al público . Además, los ejemplos más significativos y característicos deberían catalogarse, protegerse y mantenerse, de acuerdo con el espíritu de la Carta de Venecia 1 , para el uso y beneficio de hoy y del futuro.

1. Definición de patrimonio industrial

El patrimonio industrial se compone de los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. Estos restos consisten en edificios y maquinaria, talleres, molinos y fábricas, minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares donde se genera, se transmite y se usa energía,medios de transporte y toda su infraestructura, así como los sitios donde se desarrollanlas actividades sociales relacionadas con la industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la educación.

La arqueología industrial es un método interdisciplinario para el estudio de toda evidencia, material o inmaterial, de documentos, artefactos, estratigrafía y estructuras,asentamientos humanos y terrenos naturales y urbanos, creados por procesos industriales o para ellos. 2 La arqueología industrial hace uso de los métodos de investigación más adecuados para hacer entender mejor el pasado y el presente industrial.

El período histórico de principal interés se extiende desde el principio de la Revolución Industrial, la segunda mitad del siglo XVIII, hasta la actualidad, incluida. Si bien también se estudian sus raíces preindustriales y proto industriales anteriores. Además, se recurre al estudio del trabajo y las técnicas laborales rodeadas de historia y tecnología .

2. Valores del patrimonio industrial

I. El patrimonio industrial es la evidencia de actividades que han tenido, y aún tienen, profundas consecuencias históricas. Los motivos para proteger el patrimonio industrial se basan en el valor universal de esta evidencia, más que en la singularidad de sitios peculiares.

II. El patrimonio industrial tiene un valor social como parte del registro de vidas de hombres y mujeres corrientes, y como tal, proporciona un importante sentimiento de identidad. Posee un valor tecnológico y científico en la historia de la producción, la ingeniería, la construcción, y puede tener un valor estético considerable por la calidad de su arquitectura, diseño o planificación.

III. Estos valores son intrínsecos del mismo sitio, de su entramado, de sus componentes, de su maquinaria y de su funcionamiento, en el paisaje industrial, en la documentación escrita, y también en los registros intangibles de la industria almacenados en los recuerdos y las costumbres de las personas.

IV. La rareza, en términos de supervivencia de procesos particulares, tipologías de sitios o paisajes, añade un valor particular y debe ser evaluada cuidadosamente.

Los ejemplos tempranos o pioneros tienen un valor especial.

3. La importancia de la catalogación, el registro y la investigación

I. Todo territorio debe catalogar, registrar y proteger los restos industriales que quiera preservar para generaciones futuras.

II. Estudios de áreas y de diferentes tipologías industriales deben identificar el alcance del patrimonio industrial. Usando esta información, se deben crear inventarios para todos los sitios que se haya identificado. Estos inventarios deberían concebirse para ser fáciles de consultar y de libre acceso para el público. La informatización y el acceso en línea son objetivos importantes.

III. El registro es una parte fundamental del estudio del patrimonio industrial. Debe realizarse y almacenarse en un lugar público un registro completo de las características físicas y las condiciones de un sitio antes de que se haga cualquier intervención. Se puede obtener mucha información si el archivo se lleva a cabo antes de que un proceso o un sitio haya cesado en su actividad. Los registros deben incluir descripciones, dibujos, fotografías y películas de vídeo de objetos móviles, acompañados de documentación de apoyo. Los recuerdos de la gente son un recurso único e irremplazable que debe ser registrado siempre que sea posible.

IV. La investigación arqueológica de sitios industriales históricos es una técnica fundamental para su estudio. Debe llevarse a cabo en las mismas buenas condiciones que los sitios de otros períodos históricos o culturales.

V. Los programas de investigación histórica son necesarios para respaldar las políticas de protección del patrimonio industrial. Debido a la interdependencia de varias actividades industriales, los estudios internacionales pueden ayudar a identificar sitios y tipos de sitios de importancia mundial.

VI. Los criterios para evaluar edificios industriales deben definirse y publicarse para lograr la aceptación del público general a un nivel consistente y racional. Sobre la base de una investigación apropiada, estos criterios debes usarse para catalogar los paisajes, los asentamientos, los sitios, las tipologías, los edificios, las estructuras,las máquinas y los procesos supervivientes más importantes.

VII. Los sitios y las estructuras que se cataloguen como importantes deberán protegerse por medidas legales lo suficientemente fuertes para asegurar la conservación de su importancia. La Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO debe dar el reconocimiento que se merece al enorme impacto que la industrialización ha tenido sobre la cultura humana.

VIII. Debe definirse el valor de los sitios significativos y establecer pautas para futuras intervenciones. Cualquier medida legal, administrativa o financiera necesaria para mantener su valor debe ser puesta en marcha.

IX. Los sitios en riesgo deben identificarse para poder tomar las medidas oportunas para minimizar el riesgo y facilitar esquemas adecuados para reparar o reutilizar los sitios.

X. La cooperación internacional es una manera particularmente apropiada de conservar el patrimonio industrial mediante iniciativas coordinadas y compartiendo recursos. Deben desarrollarse criterios compatibles para compilar inventarios y bases de datos internacionales.

  1. Protección legal

I. El patrimonio industrial debe entenderse como parte del patrimonio cultural en general. No obstante , su protección legal debe tener en cuenta la naturaleza especial del patrimonio industrial. Debe ser capaz de proteger la planta y la maquinaria, los elementos subterráneos, las estructuras en pie , los complejos y los conjuntos de edificios, y los paisajes industriales. Las áreas de residuos industriales deben ser consideradas tanto por su potencial valor arqueológico como por su valor ecológico.

II. Las políticas para el desarrollo económico y la planificación regional y nacional deben integrar programas para la conservación del patrimonio industrial.

III. Los sitios más importantes deben protegerse completamente y no se debe permitir ninguna intervención que comprometa su integrid ad histórica o la autenticidad de su entramado. La adaptación armónica y la reutilización pueden ser una forma adecuada y económica de asegurar la supervivencia de los edificios industriales, y debe promoverse mediante los controles legales, los consejos técnicos, las becas y los incentivos fiscales adecuados.

IV. Las comunidades industriales que se vean amenazadas por rápidos cambios estructurales deben ser apoyadas por las autoridades gubernamentales locales y centrales. Se deben prever los riesgos potenciales al patrimonio industrial derivados de estos cambios y preparar planes para evitar tener que recurrir a soluciones de emergencia.

V. Se deben establecer procedimientos para responder rápidamente al cierre de sitios industriales importantes para prevenir la destrucción o el traslado de los elementos significativos. Las autoridades competentes deben tener poderes estatutarios para intervenir cuando sea necesario para proteger los sitios amenazados.

VI. El gobierno debe contar con organismos asesores especializados que puedan proporcionar consejos independientes sobre cuestiones relacionadas con la protección y la conservación del patrimonio industrial, y se les debe consultar en todos los casos importantes.

VII. No deben escatimarse esfuerzos a la hora de asegurar la consulta y la participación de las comunidades locales en la protección y la conservación de su patrimonio industrial.

VIII. Las asociaciones y grupos de voluntarios desempeñan un importante papel en la catalogación de sitios, en promover la participación en la conservación industrial y en divulgar la información y la investigación. Por lo tanto, son actores indispensables en el teatro del patrimonio industrial.

  1. Mantenimiento y conservación

I. La conservación del patrimonio industrial depende de la preservación de la integridad funcional, y las intervenciones en un sitio industrial deben, por tanto, estar enfocadas a mantener su integridad funcional tanto como sea posible. El valor y la autenticidad de un sitio industrial pueden verse enormemente reducidos si se extrae la maquinaria o los componentes, o si se destruye los elementos secundarios que forman parte del conjunto de un sitio.

II. La conservación de sitios industriales requiere un profundo conocimiento del propósito o los propósitos por lo que se construyó, y de los diferentes procesos industriales que pudieron tener lugar en él. Esto puede haber cambiado con el tiempo, pero todos los usos anteriores deben ser investigados y evaluados.

III. La preservación in situ debe considerarse siempre como prioritaria. Desmantelar y reubicar un edificio o una estructura sólo es aceptable cuando es preciso destruir el sitio por imperiosas necesidades sociales o económicas.

IV. La adaptación de un sitio industrial a un nuevo como forma de asegurar su conservación suele ser aceptable, excepto en el caso de sitios de especial importancia histórica. Los nuevos usos deben respetar el material significativo y mantener los patrones originales de circulación y actividad, y debe ser tan compatible con el uso original o principal como sea posible. Es recomendable habilitar un área donde se represente el uso anterior.

V. Continuar adaptando y usando edificios industriales evita malgastar energía y contribuye al desarrollo sostenible. El patrimonio histórico puede tener un papel importante en la regeneración económica de áreas deterioradas o en declive. La continuidad que implica la reutilización puede proporcionar estabilidad psicológica a las comunidades que se enfrentan al repentino fin de una fuente de trabajo de muchos años.

VI. Las intervenciones deben ser reversibles y tener un impacto mínimo. Todo cambio inevitable debe ser documentado, y los elementos significativos que se eliminen deben ser registrados y almacenados de forma segura. Varios procesos industriales confieren un lustre que es integral a la integridad y al interés del sitio.

VII. La reconstrucción, o la vuelta a un estado conocido anterior, debe considerarse como una intervención excepcional que sólo es apropiada si beneficia a la integridad del sitio entero, o en caso de destrucción de un sitio mayor por violencia.

VIII. Las habilidades humanas involucradas en muchos procesos industriales antiguos u obsoletos son un recurso críticamente importante cuya pérdida puede ser irreparable. Es necesario registrarlos cuidadosamente y transmitirlos a las nuevas generaciones.

IX. Debe promoverse la conservación de los registros documentales, los archivos de las empresas, los planes de construcción, así como las especies de muestra de productos industriales.

  1. Educación y formación

I.La formación profesional especializada en los aspectos metodológicos, teóricos e históricos del patrimonio industrial debe impartirse en niveles técnicos y universitarios.

II. Se debe producir material educativo específico sobre el pasado industrial y su patrimonio para los estudiantes de primaria y secundaria.

  1. Presentación e interpretación

I. El interés y el afecto público por el patrimonio industrial y la apreciación de sus valores son las formas más seguras de conservarlo. Las autoridades públicas deben explicar activamente el significado y el valor de los sitios industriales mediante publicaciones, exposiciones, televisión, Internet y otros medios, proporcionando acceso sostenible a sitios importantes y promoviendo el turismo en áreas industriales.

II. Los museos especializados en técnica e industria y los sitios industriales conservados son dos medios importantes de proteger e interpretar el patrimonio industrial.

III. Las rutas regionales e internacionales del patrimonio industrial pueden remarcar la continua transferencia de tecnología industrial y el movimiento de personas a gran escala que puede causar.

[1] La ‘Carta Internacional sobre la Conservación y la Restauración de monumentos y sitios’ (Carta de Venecia) de ICOMOS, 1964.

[2] Por conveniencia, 'sitios' se referirá a terrenos, complejos, edificios, estructuras y máquinas a menos que estos términos se usen de forma más específica.

En Defensa de las chimeneas.

Nota publicada en Julio de 2007 por Diario El Telégrafo de Paysandú (Uruguay)

Por Arq. Rubens Stagno.


¿Contaminación visual u orgullo nacional?

Los hombres contemporáneos a una época nos han transmitido visiones contrapuestas de los hechos que les ha tocado vivir. Algunas han sido imágenes sombrías y pesimistas, en tanto otras rosadas y optimistas. El análisis, con suficiente perspectiva histórica, permite ubicarlos con juicios de valor objetivos.
Por 1800 se van perfilando en Inglaterra profundos cambios en los sistemas de producción, que se influyen mutuamente con el incremento de la población y se extienden luego hacia distintos países. La historia ha denominado al período como «Revolución Industrial». Que contribuyó a resolver, entre otras necesidades, la alimentación y la vestimenta para miles de seres humanos, derivadas de esa explosión demográfica.

Inglaterra: Movimiento para destrozar las máquinas

Los nuevos instrumentos de producción fueron las máquinas. Por lo general funcionaban a vapor y ante su aparición los trabajadores textiles de Gran Bretaña organizaron un movimiento para destrozarlas, pues pensaban que les iban a privar de su medio de vida y, por ende, de su sustento.
El movimiento que se conoció como «ludismo», por el nombre de su líder (Ned Ludd), no tenía ningún programa específico de reforma política o en pro de condiciones de vida más humanas, como sí tuvieron otros movimientos que las reivindicaron, con justicia, en el transcurso del siglo XIX.
Uno de los principales historiadores contemporáneos, Eric Hobsbawm, ha expresado que «la Revolución Industrial señala la transformación más fundamental experimentada por la vida humana en la historia del mundo registrada en documentos escritos». Y ha quedado demostrado que la máquina es una herramienta que puede ser usada para liberar al hombre y lograr su felicidad al simplificar sus esfuerzos.

Transformación del paisaje natural

A partir de esa época comienza también a modificarse el paisaje natural. La población pasa a vivir en grandes conglomerados urbanos y surgen así nuevos programas edilicios: grandes espacios cubiertos, las fábricas que albergan las máquinas y sus instalaciones conexas y los almacenes que contienen los productos manufacturados. También son nuevos los componentes del sistema circulatorio: puertos, puentes y estaciones de ferrocarril.
En tanto, el hacinamiento y la falta de higiene en los barrios obreros, además de otros aspectos negativos del hábitat de las clases trabajadoras, llevaron a plantea- mientos teóricos acerca de cómo debería ser la ciudad del futuro. Interrogantes a las que dieron respuesta investigadores de distintas disciplinas.
Podríamos sostener que las chimeneas fueron uno de los elementos físicos destacados que caracterizaron el paisaje urbano de esa época de la Revolución Industrial, que también llegó hasta nuestras latitudes. Sin embargo, en un principio se pretendió disimularlas y a tal efecto fueron recubiertas por un ropaje formal decorativo, basado en estilos del pasado. Es que a las nuevas construcciones que estaban naciendo producto de los avances técnicos y basadas en el uso del hierro, el acero y el vidrio, no se las concebía en su desnudez estructural y funcional.

París: Protestas contra la Torre Eiffel

Cuando Eiffel propuso construir la hoy célebre torre en el casco urbano de París, los escritores, pintores, escultores y arquitectos de la época protestaron duramente, entremezclando conceptos despectivos hacia las chimeneas: «Nosotros, apasionados amantes de la belleza de París, protestamos enérgicamente contra la erección, en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa torre Eiffel. Es necesario, para poderse dar cuenta de lo que se prepara, figurarse por un instante una torre vertiginosa y ridícula que domine París como una gigantesca y oscura chimenea de fábrica». Pero en 1889, cuando se terminó e inauguró, muchas de aquellas reacciones contrarias se volvieron favorables.
¿Quién duda hoy de que «la sombra de la odiosa columna de hierro remachado», como se la calificó, resulta inseparable de la imagen urbana parisina y motivo de orgullo, como expresión y alarde de la alta tecnología que nacía, símbolo de las potencialidades de la época y de la nueva dimensión productiva? Tanto, que justo en estos días ha sido propuesta como una de las nuevas siete maravillas del mundo.

La revolución industrial en nuestras costas

El ritmo acelerado de desarrollo que se estaba verificando al otro lado del Atlántico tuvo su eco en las políticas económicas, de inversión de capital y libre comercio que se dieron en el Río de la Plata a partir de mediados del siglo XIX. El bajo río Uruguay no estuvo al margen de esa experiencia histórica.
Dice Don Esteban Campal: «... cuando aún no se habían acallado del todo los bombardeos de Tamandaré, ya estuvieron arribando a las desoladas playas de la Heroica, con las bodegas repletas, perezosos veleros de varios palos y jadeantes vapores de una sola y delgada chimenea».
Sirvieron a un fuerte volumen de intercambio de mercaderías, ya que en estas costas, se sostiene, se desarrolló la industria de la carne más importante del mundo. Cuando el departamento aún incluía a Río Negro, había al menos 7 grandes saladeros. Y desde la Aduana de Paysandú se centralizaban los despachos para atender sus exportaciones. Esta gran actividad saladeril atrajo capitales y fue motivo de la fuerte corriente de inmigrantes europeos que crearon riqueza y construyeron ciudades.
La construccion de muelles para sacar la producción, almacenes donde se concentraban los frutos del país y el silbato de las humeantes locomotoras a vapor le dieron al paisaje una conformación diferente. Y fueron las chimeneas las que permanecieron en pie, a modo de testigos mudos. Grandes mojones que indican, en ambas orillas del río Uruguay, los vestigios de una época .
El año pasado Fray Bentos conmemoró con júbilo los 100 años de la chimenea del Saladero Liebig, empresa que supo incorporar conocimiento y valor agregado a la incipiente industria de la carne, haciendo famosos en el mundo sus productos extracto de carne y corned beef.
Aquella construcción (hoy convertido en un museo de la Revolución Industrial digno de visitar), que originalmente tenía 45 metros de alto, formaba parte del complejo de la salida natural de gases de las 4 calderas «Stirtling», inglesas, que producían el vapor necesario para diferentes procesos de la fábrica y funcionaban a carbón de coke.

Chimeneas: nuestro motivo de orgullo

De mayor antigüedad aún es la chimenea del Saladero Santa María, en Nuevo Paysandú, que con sus más de 30 metros de altura está ahí, como un indicador para el navegante, para quien transita por el majestuoso puente «Gral. Artigas» o quien pasea por el paisaje agreste que ofrece la costanera Norte.
El siglo XX nos deparó un capítulo más avanzado de esa Revolución Industrial de escala litoraleña, cuando también a mediados de siglo Paysandú se convirtió en un polo de desarrollo agroindustrial, en lo que se denominó el «Paymilagro».
Paysandú se descubrió a sí mismo y ofreció, a la incorporación de capital y nuevas técnicas, su propio capital, constituido por centenares de técnicos y trabajadores altamente calificados, junto a los ciudadanos que lideraron con pasión la creación de riqueza.
Las grandes estructuras fabriles -algunas hoy vigentes, otras desgraciadamente desmanteladas- también dejaron mojones en el paisaje natural y urbano. Un ejemplo es la toma de agua de Norteña, recientemente iluminada, y otras varias chimeneas que son nuestro orgullo de sanduceros.
Hay historias que enseñan, como las relatadas, y de las cuales se pueden extraer conclusiones para el presente y el futuro. No sería objetivo ver color de rosa todo nuevo proceso industrial, ni sostener que afectan al medio ambiente con contaminación cero. Pero las garantías están dadas cuando el Estado y la sociedad lo somete a estudios antes de autorizarlos y después a monitoreos permanentes una vez ejecutados. Como se hace hoy día, de acuerdo a leyes nacionales que han significado un notorio avance en el control de la contaminación, ya sea por efluentes líquidos emanaciones de gases u otras.
Los términos despectivos con que fueron calificadas las chimeneas se traducen ahora en un nueva hipótesis: la de la «contaminación visual».
Es lo que se ha sostenido recientemente, con motivo de la construcción de una chimenea que es parte de un complejo industrial que producirá pasta de celulosa, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Fray Bentos y a 12 de la margen argentina del río Uruguay. (Aunque justo es decir que desde esa ubicación lejana solo se percibe en pequeña dimensión el perfil de la futura fábrica).
La arquitectura moderna, la que se enseñó en las facultades de esa rama en ambas márgenes, produjo notables obras de arquitectura industrial, como por ejemplo la Planta de Ancap en Nuevo Paysandú. Los componentes funcionales y arquitectónicos de esos nuevos programas, entre ellos las chimeneas, son y serán hechos fisicos-espaciales, fiel reflejo de la vida, el trabajo y el progreso de los pueblos. Testigos de una época capaces de «contaminar» de orgullo por el legado del pasado y de empuje a las presentes y futuras generaciones.